martes, 30 de enero de 2007

Tiempos Remotos


Es evidente que en tiempos muy lejanos el valle de Mala fue plano, a ras con las pampas de Azpitia, formándose la quebrada por la erosión de las aguas del río y por las evoluciones geológicas de la tierra.
No existen datos exactos sobre la aparición de la agricultura en el valle de Mala, sin embargo de acuerdo a las investigaciones hechas por el francés Federico Engel, éste señala que la agricultura tuvo su origen en la parte alta de los valles cuando el clima era diferente, en las inmediaciones de Chilca y lomas aledañas como las de Lapa Lapa y Azpitia. Se trata de una aldea de horticultores seminómadas, siendo sus principales cultivos: cayotas, camotes y pallares; vivieron además de la pesca mayormente en Puerto Viejo. Estos incipientes agricultores poblaron estos lugares 4,000 años antes de Cristo.
Posteriormente el hombre de Lapa Lapa se trasladó a la cuenca de Mala y aprovechó las tierras regadas por el río.
En los barrancos que existen en la margen derecha del río Mala frente a Azpitia, entre el canal de Callaya y el río, en forma paralela existen vestigios de un supuesto canal muy antiguo, porque al observar el acantilado desde la parte izquierda del río, se aprecia la existencia de arbustos que crecen en forma alineada por los abismos. Pareciera que por allí hubiera corrido un acueducto que sirvió para irrigar las tierras de Flores o San Antonio. Nada se conoce acerca de esta curiosa existencia.
Al momento de la conquista española, el señorío de Mala, incluyendo Azpitia, dependía de Chuquimancu, Señor de los Cuatro Valles, con residencia habitual en Huarcu, valle de Cañete. El origen de Chuquimancu es discutible, algunos historiadores dicen que nació en Mala, otros en Huarcu.
Cuando se produce la llegada de los españoles, Mala tenía como cacique o reyezuelo a Lincolo, el valle de Asia estaba bajo el dominio de Ocxa, Coayllo y Calango al cacique Coayllo y Huarco a Guaraya y Pichuy. Todos dependían del Cuzco.
Los restos de complejos arquitectónicos en todo el territorio cañetano, nos demuestran que hubo presencia de conglomerados humanos importantes y con sobresaliente desarrollo.
Para ampliar este comentario hecho a grosso modo, recordemos lo que dice el Inca Gracilazo en el capítulo XXIX del 6º libro de los Comentarios Reales:

“Diciendo de la conquista de los yuncas, es de saber que el valle de Runahuánac y otros tres que están al norte de él, llamados Huarcu, Malla, Chilca, eran todos cuatro de un señor llamado Chuquimancu, el cual se trataba como Rey y presumía que todos los de su comarca le temiesen y le reconociesen ventaja aunque no fuesen sus vasallos. El cual sabiendo que los incas iban a su reino, que así le llamaremos por la presunción de su curaca, juntó la más gente que pudo y salió a defenderles el paso del río. Hubo algunos encuentros, en que murieron muchos de ambas partes, mas al fin los incas, por ir apercibidos de muchas balsas chicas y grandes, ganaron el paso del río, en el cual los yuncas no hicieron toda la defensa que pudieron, porque el Rey Chuquimancu pretendía hacer la guerra en el valle Huarcu, por parecerle que era el sitio más fuerte y porque no sabía del arte militar lo que le convenía; por ende, no hizo la resistencia que pudo hacer en Runahuánac, en lo cual se engañó, como adelante veremos. Los incas alojaron su ejército, y en menos de un mes ganaron todo aquel hermoso valle, por el mal consejo de Chuquimancu”
“Los naturales de aquellas cuatro provincias se jactan también como los de Chincha, que los incas con todo su poder no pudieron sujetarlo en más de cuatro años de guerra, y que fundaron una ciudad y que los vencieron con dádivas y promesas y no con las armas, y lo dicen por los tres o cuatro ejércitos que remudaron, por domarlos con el hambre y hastío de la guerra, y no con el hierro” (sic)

Aquí nos detendremos un poquito para intentar una breve referencia acerca de los recónditos misterios de nuestros antepasados. ¿Cómo lograron los incas construir enormes y pesados edificios sin contar con herramientas de hierro, vehículos con ruedas ni animales de tiro? Sólo conocían mazos de piedra, palancas de madera, cinceles de bronce y sogas fabricadas con hojas de caña brava. ¿Usarían también en sus construcciones, herramientas de oro y plata?
Las obras de ingeniería incaica abundan en nuestro territorio y por eso no le tomamos gran importancia o es que no le damos el valor que ellas encierran. Allí está Sacsayhuamán construida con grandes peñas talladas, de más de 300 toneladas cada una, una sobre otras. Machupicchu es otro ejemplo.
Al norte de Lima, en el valle de Supe, existen los restos de la ciudad de Caral, la más antigua de América.
En la costa norte del Perú, en el valle de Moche, los peruanos construyeron hacia el año 300 de nuestra era, la estructura más descomunal que el hombre haya hecho: una pirámide de 160 metros de ancho por 300 metros de longitud, con más de 140`000,000 de ladrillos de arcilla. Su altura de más de 30 metros daría un espectáculo deslumbrante en su época de gloria. Los estudiosos se vienen asombrando con lo que vienen encontrando en las excavaciones de las huacas del sol y de la Luna
Y qué decir de las numerosas pirámides de Túcume y la tumba del señor de Sipán.
Por el año mil, después de Cristo, surgió el reino de Chimú, también en el norte peruano, cuya capital Chan Chan asentada en un área de 2,100 hectáreas sería una de las ciudades más grandes y ricas del mundo en aquella época
Por increíble que parezca, los antiguos peruanos desarrollaron sus grandes culturas sin tener lengua escrita ni monedas. Comerciaban exclusivamente mediante el cambio o trueque.
Entre los descubrimientos arqueológicos más desconcertantes de la humanidad están los gigantescos trazados geométricos y las figuras de aves, bestias e insectos que existen en Nazca. La mayoría fueron “dibujados” según María Reich, hace 1,400 años.
Los incas crearon una asombrosa estructura social, probablemente uno de los estados de bienestar social más reglamentados y obsesionados con el trabajo que el mundo haya conocido. Todos los hombres aptos servían en el ejército y trabajaban en la construcción de caminos públicos. Nadie carecía de alimentos, ropa o techo. Las cosechas se repartían entre la iglesia, el estado y la colectividad, y siempre había grandes reservas de alimentos almacenados para proveer al ejército y para casos de emergencias. En casos de terremotos, huaycos u otras calamidades, las peticiones de víveres llegaban a torrentes de otras provincias del imperio. Los cronistas españoles dicen que cuando éstos llegaron, encontraron almacenados en los tambos de la sierra grandes cantidades de alimentos, muchos de ellos llevados desde la costa, tales como corvinas, lenguados y camarones secos.
Pero el pueblo no era del todo libre, se le indicaba dónde vivir, qué sembrar, cómo vestir y con quien casarse. Mentir, no trabajar y robar se castigaban con la pena capital.
El que 170 aventureros peninsulares hayan podido vencer en 1,532 a este imperio tan admirablemente organizado es increíble, pero en gran parte se debió a una coincidencia porque cuando Pizarro y sus hombres llegaron, finalizaba una desastrosa guerra civil de cinco años, motivada por la sucesión al trono de los incas, encontrándose el ejército imperial diezmado y con un gobierno desarticulado. Divididos en facciones disidentes, algunos incas se aliaron a los invasores.
Cuando Atahualpa llegó al campamento español situado en Cajamarca, Pizarro lo tomó preso y miles de sus hombres fueron asesinados. Por fin al darse cuenta de la ambición de los invasores que sólo buscaban los metales preciosos, como todos sabemos, Atahualpa prometió llenar con oro hasta la altura que alcanzaba su mano, no del cuarto que se nos ha dicho de niño, sino de un gran salón donde se encontraba, y dos veces con plata para que lo dejen en libertad. Aunque nuestro último gobernante inca sí cumplió con su parte del convenio, los españoles lo traicionaron y lo mataron.
Con la llegada de los españoles, el imperio se desintegró. Fue aquella una irreparable pérdida cultural para el mundo entero y una tragedia de la que el Perú aún no se recupera.

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