sábado, 12 de mayo de 2007

OVNI en Azpitia


La noche del 17 de abril de 1,987 fue particularmente hermosa en la aldea de Azpitia, Perú. La luna en su máximo esplendor alumbraba débilmente el verdor del valle, dibujando las figuras de la cadena de montañas desde el Cerro Viejo cerca de Calango hasta el pico Mirador en Mala. Igualmente desde las lomas del Higuerón hasta los cerros de Condoray. Todo estaba tenuemente iluminado pero nadie imaginaba que esa noche pasaría algo insólito en Azpitia.
Pues bien, esa fecha fue Viernes Santo y a las ocho de la noche casi todo el pueblo se encontraba en la iglesia cumpliendo con los ritos católicos conmemorando la muerte del Redentor del Mundo. El sacerdote recalcaba la vida, pasión y muerte del Hijo de nuestro Creador, mientras el pueblo acongojado escuchaba en absoluto silencio. Después de venerar la imagen de Cristo de acuerdo a los dogmas de nuestra fe, el Santo Sepulcro salió en procesión en medio de rezos y alabanzas de los creyentes.




A eso de las 11 de la noche, la andas y sus seguidores ya regresaban a la iglesia; se encontraban cerca a la unión de la calle San José y San Lucas, a unos cuantos metros del puente sobre el canal de Callaya; de pronto el firmamento se iluminó con una luz potente, fosforescente, verdosa, que permitió ver los cerros y la planicie con mucha claridad. Al instante una nave extraña se detuvo en el aire, frente al río, horizontalmente a la misma altura de la procesión. La gente se sobresaltó sin atinar qué decir, algunos sintieron temor, otros se quedaron absortos. Pero todos vieron el extraño objeto detenido, sin hacer ruido y con sus ventanas bien iluminadas. Después de permanecer unos diez segundos, avanzó raudamente hacia el norte, allende la quebrada, perdiéndose en medio de la tenue luz de la luna. Por un momento el gentío compuesto por cerca de cien personas, quedó impertérrito, desconcertado; pero luego, una vez pasada la sorpresa, hicieron diferentes comentarios de lo ocurrido.
Una vez que la nave desapareció, muchos decían que en las ventanillas vieron aparecer seres desconocidos. La extraña nave del tamaño de un bus no hizo ruido. La verdad es que a partir de ese momento, los incrédulos de la existencia de los Objetos Voladores no Identificados, cambiaron de parecer.
Estos estrambóticos objetos siempre son vistos en Azpitia. Muchos regantes afirman acaso sin exageración, que al recorrer las aguas para sus tierras en las noches solitarias de la zona, han visto la sigzagueante luz de escuadrillas de naves extrañas en el cielo. Aunque si estos objetos son observados por una persona, los que nunca han experimentado estos hechos, no creen, lo consideran una estulticia. Sólo si son vistos por varias personas a la vez, ya no queda la duda.
Estas apariciones nos dejan mucho para pensar. Podríamos decir que la nave o disco volador se detuvo a observarnos. ¿Qué fue en realidad lo que pasó? ¿Fue una alucinación colectiva? ¿Son seres extraterrestres? O son "los carros de Dios" como dice la Santa Biblia en el versículo 17 (18) del capitulo LXVIII del Libro de los Salmos.
Siguiendo con la Biblia y para no crear confusiones, invito al lector a dar una ojeada el primer capítulo del Libro del Profeta Ezequiel, también la primera parte del Capítulo 6 del Génesis. Seguro que encontrara muchas sorpresas.
No solamente en un libro tan antiguo y sagrado como la Biblia se hace alusión a estos objetos voladores y seres de otros mundos. En la mitología de la antigua Grecia también hallamos diferentes narraciones sobre carros voladores, tal el caso de Faetón, hijo de Helios y de Climea, quien obtuvo de su padre licencia para guiar un carro volador, subió al vehículo tirado por caballos y se fue a dar una vuelta por el firmamento. El carro adquirió vertiginosa velocidad sin que el imprudente joven supiera como detenerlo. El vehículo comenzó a arder y quemar todo lo que encontraba a su paso. El dios Zeus se enteró y tomó las precauciones para que la tierra entera no fuera a arder. Disparó un rayo al carro y cayeron al suelo convertidos en una hoguera en la desembocadura del rio Erídano, actualmente río Po del norte de Italia, que desemboca en el mar Adriático formando un extenso delta de siete brazos.
Según esta leyenda, los etíopes y otros pueblos del planeta tienen la piel oscura porque les chamuscó el calor de aquella ocasión.
Las visiones ocurridas en Azpitia no tuvieron la trascendencia del caso porque ningún medio de publicidad estaba en el lugar. Además nadie se interesó en difundirla. Al momento de tratar sobre estos asuntos, no faltan los escépticos porque nunca han visto estos prodigios en el cielo.
En Azpitia, no solamente se han visto objetos voladores no identificados, muchas personas atestiguan haber observado misteriosas bolas de fuego surcando el aire. Así sucedió el anochecer del 30 de noviembre de 1958, cuando los vecinos de Azpitia vieron una bola de fuego desplazarse en el cielo, en dirección sudeste. Definitivamente los testigos establecieron que no se trataba de globos artificiales, satélites ni fenómenos meteorológicos; era una enorme bola de fuego de color naranja intenso que iluminaba el firmamento y dio la impresión de que fue a posarse atrás de los cerros de Pampa de Zorro.
Confieso que una semana después, el 6 de diciembre, estuve todo el día cerca a la bocatoma del canal de Azpitia, cortando carrizos para fabricar canastas dedicadas a la pesca de camarones. No calculé bien el tiempo y me fue imposible hacer los tercios para transportarlo por el agua del canal hasta el sitio de La Cruz. Dejé los carrizos cortados en el monte y emprendí el regreso a Azpitia, distante unos 5 kilómetros, al pasar por el lugar llamado El Combate, a eso de las 7.00 de la noche, ví una bola de fuego que se posaba al fondo de la encañada existente en dirección norte de aquel lugar. Sentí miedo. La bola estaría a medio kilómetro, tendría la altura de una casa de dos pisos y también de color naranja intenso que iluminaba la pequeña quebrada. Lo único que atiné fue correr en dirección a Azpitia. No supe si la bola de fuego se apagó o se fue del lugar.
Los físicos dicen que sí es posible la existencia de estas bolas de fuego. Afirman que se originan por la elevada temperatura de un gas llamado plasma, cuando los átomos pierden electrones dando origen a fenómenos poco conocidos, apareciendo únicamente en las cercanías de los lugares por donde pasan líneas de alta tensión, produciendo ese plasma que adquiere forma esferoide.
Esta hipótesis podría causar más confusión en nosotros los ignaros acerca de estos asuntos. ¿Cómo se explica la aparición de estas bolas de fuego, lejos de las líneas de alta tensión?. Los casos vistos en Azpitia, ocurrieron muy lejos de alguna línea de alta tensión, es más, en ese tiempo ni siquiera existía luz electrica en los distritos vecinos.
¿Son pacíficos los OVNIS? ¿De donde proceden? ¿Hay alguna base de estas naves en el mar frente a Cerro de las Brujas? ¿Por qué ese cerro se llama de las Brujas? ¿Por qué la mayoría de sismos ocurridos en la costa central del Perú, tuvieron como epicentro el mar frente al mencionado cerro?
Tarde o temprano, los terrestres acabarán por encontrarse cara a cara con astronautas de algún planeta ajeno a nuestro sistema solar. La Teología dice que "los extraterrestres serán considerados como personas desde el punto de vista filosófico y como criaturas del Señor desde el punto de vista teológico".
Por mi parte, también conformé el tumulto de casi un centenar de personas que logramos ver aquella nave desconocida de Viernes Santo.

(Tomado del libro ¿Tiempos: Leyenda o Historia?, Primera Edición 2004)

viernes, 4 de mayo de 2007

EL PICANTE

Uno de los más ricos potajes de la gatronomía del Sur Chico, en la región Lima, Perú, es el Picante Azpitiano, una mixtura compuesta de papas sancochadas picadas y conservadas con abundante queso; además, ajiaco, raya guisada, cebiche de pescado, machas, pescado huatiado, camarones, chanques, aceitunas, yucas y humitas de queso. Todo con bastante ají.
Pero este platillo no es el alimento cotidiano de la gente de esta zona porque para su preparación son necesarios varios ingredientes difíciles de tener a la mano todos los días. Este plato no se acostumbra a servir en los grandes acontecimientos tales como matrimonios, aniversarios, misas para difuntos y bautizos, ya que en estos eventos reina la ancestral "Sopa Bruta" y la "Carapulca". El Picante Azpitiano es un plato que se prepara mayormente para beneficio de algo, es decir para vender y obtener utilidades, de tal forma que casi todas las pequeñas obras existentes en Azpitia se han construido con las utilidades producidas por la venta de esta humilde mixtura lugareña.
Para construir la iglesia por ejemplo, los pobladores se organizaron en comisiones y cada integrante aportaba un ingrediente, que así llamaremos a cada parte del Picante, y los expendían los domingos a la gente del mismo lugar y turistas. Quienes preparaban y llevaban los ingredientes eran las damas del lugar llamadas picanteras; ellas con sus mejores trajes, pulquerrimas, servían los platos a los comensales. Como no existía local apropiado para restaurante, un domingo lo hacían en casa de una persona, el próximo en casa de la otra y así sucesivamente hasta que todos los integrantes de la comisión lo hacían. El aporte que brindaba cada picantera era voluntario y gratuito. La última obra hecha mayormente con esa modalidad fue el local de la Casa Municipal construida en 1989.
Para servir el Picante Azpitiano se estilaba la siguiente forma: los organizadores nombraban serviciales, los cuales no eran otra cosa sino que los mozos encargados de la atención a los clientes; éstos al tener una orden, cogían el plato vacío y recorrían el lugar donde las picanteras se habían instalado, la primera colocaba la papa sobre el plato, luego pasaba donde la siguiente, quien ponía otro ingrediente, y así hasta terminar. Este trabajo también podía realizarlo el mismo cliente. Dicho de otra forma, era un verdadero autoservicio.
¿Pero cómo se originó este pintoresco plato compuesto de varios potajes a la vez?.- Los fundadores de Azpitia narraron que durante la excavación del canal, pasaron muchos días de aprieto económico, reconocieron que la conquista de la obra en su comienzo, más que un sueño fue una pesadilla; de tal forma que no le quedaba mas remedio que seguir adelante a como dé lugar. A algunos a veces se les agotaba el fiambre, pero como entre ellos siempre reinaba la unión, se daban la mano para lograr el fin de esta agotadora causa.
Nunca se mesquinaron nada, los mas fuertes trataron de proteger al débil, los pudientes prestaban socorro a los más necesitados. Entre ellos existió la cooperación verdadera de tal forma que para su alimentación los maleños llevaban papas y quesos; los bujaminos chanques, pescados y verduras; los florinos aportaron aceitunas y yucas, mientras que los chilcanos colaboraban con rayas y machas. Los camarones existían como “muela de gallos” en el río Mala, del cual preparaban el cebiche con zumo de uvas verdes. A la hora de almorzar intercambiaban sus productos quedando el plato de cada uno, rebosando con una variedad de sabores y colores. Esta fue la forma como empezó a difundirse este combinado que agregado el ají extraído de las parcelas de los yanacones de Piedra Angosta, tomó el nombre de Picante.
Sabemos que hay autores en los pueblos aledaños a Azpitia que atribuyen el invento de esta mixtura a otros lugares, sin embargo los partes, diarios y documentos existentes en Azpitia y en el Archivo General de la Nación confirman la legitimidad de su origen. La prueba fehaciente para esta afirmación lo constituyen los informes del ingeniero Felipe Arancivia, enviado por el Gobierno Peruano a supervisar la obra, en mayo de 19o2. No obstante debemos reconocer que el origen de este tradicional plato azpitiano se debe al aporte de florinos, maleños, chilcanos, bujaminos y chalacos, ya que mayormente de esos lugares procedían los hombres que construyeron el canal de la irrigación de San Vicente de Azpitia.
Existen otros tipos de Picantes en el valle de Mala, pero difieren notablemente del preparado en Azpitia. En Santa Cruz de Flores por ejemplo, lleva la sabrosa humita de racas; en Mala le agregan patita con maní u olluquito con charqui.
Lo notable de este plato lugareño, aparte de su exquisitez, es que con su venta se han financiado casi todas las obras en la comunidad, eso también ha ocurrido con los pueblos de la zona. Es que en Azpitia, como en todos los pueblos pequeños y villorrios del Perú, las obras han sido hechas por sus hijos. Tal el caso que cuando se fundó esta irrigación, no había carreteras. Sólo existía una antiquísima trocha de herradura suficiente para que los propietarios puedan dirigirse a sus parcelas. Entonces los fundadores se propusieron donar una parte de sus fundos para construir una carretera, aportando cada uno lo suficiente para que el camino hasta la ciudad de Flores tenga 10 metros de ancho. Todos lo hicieron con el mayor desprendimiento. Pero para construir los puentes sobre los canales, para comprar los materiales de construcción, se uso el sistema de la venta de Picantes. Y cosa interesante, cuando un turista viene a Azpitia, no sabe que ese camino que usa fue hecho por los pobladores. Es decir, el camino, los puentes, la iglesia, los canales, la municipalidad, la escuela, etc., todo fue hecho por los hijos de esta tierra.
Actualmente, aparte de constituir un sabroso alimento del valle, inexorablemente el Picante Azpitiano es sin regodeo, un símbolo de la unión y el progreso de los pueblos de la zona.

(Tomado del libro: Tiempos ¿Leyenda o Historia?, Edición 2004)